miércoles, 16 de julio de 2008

LIRICA: ESTROFAS Y VERSOS


Principales elementos del poema
División estructurada que encontramos en el poema, es un conjunto de palabras sujetas a medida y cadencia según reglas fijas.

Verso
Es la menor y determinada. Sólo tiene razón de existir cuando se encuentra en función de otro u otros versos, formando parte primero de la estrofa o de la serie y luego del poema.
Medida: es la cantidad de sílabas métricas que compone un verso. Para esta medida de silabas métricas se pueden utilizar 2 elementos importantes:
Sinalefa: En un verso al haber una palabra terminada en vocal, seguida de otra que empiece con vocal estas 2 vocales se toman como una sola vocal en la métrica por un efecto sonoro.
Ley del acento final: Esta ley solo toma en cuenta la última palabra del verso, si esta es aguda, a la métrica se le suma una sílaba más, si es grave se deja igual, si es esdrújula se le resta 1 sílaba mas a la métrica y si es sobre esdrújula 2 sílabas más.
Clases de versos
Los versos se les clasifica por el número de silabas métricas que tienen en general y deben ser igual en todas las estrofas.
Arte menor:
Unisílabo (1 sílaba por verso)
Bisílabo (2 sílabas por verso).
Trisílabo (3 sílabas por verso).
Tetrasílabo (4 sílabas por verso).
Pentasílabo (5 sílabas por verso).
Hexasílabo (6 sílabas por verso).
Heptasílabo (7 sílabas por verso).
Octosílabo (8 sílabas por verso).

Arte mayor:
Eneasílabo (9 sílabas por verso).
Decasílabo (10 sílabas por verso).
Endecasílabo (11 sílabas por verso).
Dodecasílabo (12 sílabas por verso).
Tridecasílabo (13 sílabas por verso).
Alejandrino o castellano(14 sílabas por verso)
Pentadecasìlabos (15 sílabas por verso).
Hexadecasílabo (16 sílabas por verso
compañero del alma, tan temprano.

La medida de los versos

Para medir las sílabas de los versos, se toman en cuenta los siguientes aspectos:
Si la última palabra de un verso es aguda, se le añade una sílaba. Ejemplo:
Pa-la-bras-sin-co-lor 6+1=7

Si la última palabra de un verso es grave, el número de sílabas no se altera. Ejemplo:
Ven-a-mí,-dul-ce-som-bra 7

Si la última palabra de un verso es esdrújula, se resta una sílaba. Por ejemplo:

U-na-for-ma-fan-tás-ti-ca 8-1=7
Por otra parte, la forma en que dos vocales se reunen o separan dentro de un verso, también determina el nº de sílabas métricas según sea la existencia de sinalefas, o el uso de la licencia poética.

SINALEFA: ésta produce que dos o más vocales de palabras contiguas se contabilicen como una sola sílaba.
Por ejemplo:(destacado con rojo)
Es-ta-ba e-chan-do-yo-la-tie-rra en-fren-te
Di-je a un vie-jo si-len-cio-so
En-tre el fi-lo y la es-pa-da

HIATO: evita que dos vocales de palabras contiguas set omen co o una sílaba.
Por ejemplo:
Es el hospicio, el viejo hospicio provinciano
el caserón ruinoso de ennegrecidas tejas
en donde los vencejos anidan en verano
y graznan en las noches de invierno las comejas.

SINÉRESIS: consiste en unir dos vocales fuertes, que no forman diptongo, en una sola sílaba.Es decir, en formar un falso diptongo, lo que disminuye una sílaba del verso.Veámoslo en esta poesía de Antonio Machado:
Las ascuas de un crepúsculo morado
detrás del negro cipresal humean...
En la gloria en sombra está la fuente
con su alado y desnudo Amoar de piedra,
que sueña mundo. En la marmórea taza
reposa el agua muerta
Los tipos de estrofa se clasifican según el nº de versos, el nº de sílabas métricas que tengan esos versos y el tipo de rima (consonante y asonante y cuáles son los versos que riman entre ellos)

TIPOS DE POEMAS
SONETO: es una composición de 14 versos de arte mayor: 2 cuartetos y 2 tercetos.
Tiene rima consonante.
La rima de los sonetos clásicos es ABBA – ABBA – CDC – DCD.
Los modernos riman: ABAB – CDCD – EEF – GGF

Ejemplo: El poeta dice la verdad

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores,
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiere me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

Federico García Lorca.

TERCETO: es la combinación de tres versos endecasílabos que riman el primero con el tercero y queda suelto el segundo (ABA). Se suele presentar en series en la que este segundo verso rima con el primero y el tercero del terceto siguiente y así sucesivamente (ABA – BCB – CDC – DEDE) añadiéndose un verso final para cerrar este tipo de encadenamiento.

Ejemplo: Un manotazo duro, un golpe helado, (11 sílabas)
un hachazo invisible y homicida, (11 sílabas)
un empujón brutal te ha derribado. (11 sílabas)

No hay extensión más grande que mi herida,
lloro mi desventura y sus conjuntos
y siento más tu muerte que mi vida.

CUARTETA: está formado por cuatro versos octosílabos que riman ABBA.
Ejemplo: En el corazón tenía 8 A
la espina de una pasión; 8 B
logré arrancármela un día 8 A
ya no siento el corazón. 8 B
(Antonio Machado)
Guarde para su regalo 8 A
esta sentencia el autor: 8 B
si el sabio no aplaude, malo; 8 A
si el necio aplaude, peor. 8 B
(Tomás de Iriarte)

LIRA: estrofa de cinco versos, siendo el 1º, 3º y 4º heptasílabos, 2º y 5ºendecasílabos, rimando 1º con 3º y 2º con 4ºy 5º (7a- 11b-7a-7b-11b)

Ejemplo:
"Si de mi baja lira (7 sílabas)
tanto pudiese el son, que en un momento (11 sílabas)
aplacase la ira (7 sílabas)
del animoso viento (7 sílabas)
y la furia del mar y el movimiento". (11 sílabas)

Garcilaso

Otras estrofas muy usadas en la poesía española son:

ROMANCE: Es una estrofa de un nº indefinido de versos, generalmente octosílabos y con rima asonante en los versos pares y libres en los impares.

Ejemplo:
El viento no tiene pies
cuando pisa mi albahaca
y persigue la oropéndola
con su gumía de plata;
no tiene manos ni rostro
cuando mi ajimez alcanza
y ante mis puertas de sándalo
levanta, brusco la aldaba,
no tiene cuerpo ni labios
cuando por mi piel resbala
deshoja el rojo clavel
y destrenza la biznaga.

ODA: composición que admite temas muy diversos y muy diferentes tonos y formas. Se divide frecuentemente en estrofas o partes iguales. Antiguamente, la oda era un poema destinado a ser cantado. Hoy es una poesía destinada a celebrar las hazañas de personas o atributos de cosas como el vino, el amor, la música.
En esta composición, el hablante lírico expresa con exaltación su admiración por algo o alguien; según el tema que se cante, puede ser sagrada, heroica, filosófica, amatoria.

Ejemplo:
Quiero comer cebollas, tráeme del mercado
una, un globo colmado de nieve cristalina,
que transformó la tierra en cera y equilibrio
como una bailarina detenida en su vuelo.
Dame unas codornices de cacería, oliendo
a musgo de las selvas un pescado vestido
como un rey, destilando profundidad mojada
sobre la fuente,
abriendo pálidos ojos de oro
bajo el multiplicado pezón de los limones.

FIGURAS LITERARIAS

HIPÉRBATON: Es la alteración del orden natural y lógico de una oración.
Por ejemplo:- A Dafne ya los brazos le crecían.
-Del monte en la ladera
por mi mano plantado tengo un huerto.
-Inés, tus bellos ya me matan, ojos,
y al alma, roban pensamientos, mía,
desde aquel triste, que te vieron, día,
no tan crueles, por tu causa, enojos.

HIPÉRBOLE:Recurso que consiste en una exageración tal que se sale de la realidad, como por ejemplo en “está tan gordo que tiene su propio código postal”.
Presenta desproporcionadamente cualquier hecho, situación, característica o actitud, ya sea por exceso o por defecto.
por ejemplo:
Señor excelentísimo, mi llanto
ya no consiente márgenes ni orillas:
inundación será la de mi canto.
Ya sumergirse miro mis mejillas,
la vista por dos urnas derramada
sobre las aras de las dos Castillas…( F. de Quevedo)

Niña te quiero tanto,
niña, tanto te quiero
que si me sacan los ojos,
te miro por los agujeros… (Quintín Cabrera)

La Lírica

Figuras Literarias.
Son los modos de hablar que se aratan del lemguaje diario para dar mayor "elevación, gracia y energía"a los sentimientos o ideas expresadas.
Algunas de las figuras literarias más usadas son:
1.- COMPARACIÖN:es la figura literaria que consiste en relacionar dos elementos distintos en razón de algún parecido entre ambos.
Es muy característico encontrar una comparación gracias a la presencia de la palabra COMO o alguna similar a ésta, por ejemplo: cual, semejante, igual que, etc.
Un ejemplo de comparación sería: una gota de lluvia es COMO una lágrima de la Luna.
tu voz es suave COMO la brisa del viento.

2.- PERSONIFICACIÓN: es la figura literaria que consiste en atribuir a los animales, objetos, a los elelmentos de la naturaleza
, características y acciones que son propias de los seres humanos.
Un ejemplo de personificación sería: La Luna en el río, temblaba de frío. (La Luna no tiembla)
El Sol quería bañarse.(El Sol no se baña)
3. METÁFORA: es la figura que consiste en dar a una cosa el nombre de otra, en virtud de algún parecido. Elimina la palabra como y otras, por lo que suele decirse que es una comparación abreviada.
Ejemplos de metáforas serían:El aro dorado emerge del mar (sol)
Su beso ,suave brisa de verano.
Tu labios rojos de fresa
4.ALITERACIÓN:figura que consiste en la repetición de los mismos sonidos (fonemas) en una misma frase o verso para producir un efecto de musicalidad y sonoridad.
Ejemplos de aliteración serían: En el silencio sólo se escuchaba un susurro de abejas que sonaba.
El ruido con que rueda la ronca tempestad.
Ya se oyen los claros clarines.

martes, 15 de julio de 2008

LEYENDAS CHILENAS

El Caleuche (escrito por Carlos Ducci Claro)
No era un pueblo, no podía serlo, se trataba sólo de un pequeño número de casas agrupadas a la orilla del mar, como si quisieran protegerse del clima tormentoso, de la lluvia constante, de las asechanzas que pudieran venir de la tierra o del mar.
Para los hombres que allí vivían, Chiloé, la Isla Grande, era un continente casi desconocido; Queilén y Chonchi quedaban lejos, sólo se navegaba a ellos de tarde en tarde para vender el producto de la pesca; Castro aparecía como una ciudad remota; la esperanza de algunos jóvenes era llegar hasta ella y ahí quedarse o partir para rumbos más distantes, pero esto aparecía como un sueño, como una quimérica ilusión.
Había cultivos en los campos más allá de las casas, sobre todo papas, avena y hortalizas. Algunos vacunos y bastantes ovejas se veían en rústicos corrales, pero principalmente la actividad de todos, el ritmo de la vida, estaba determinada por el mar.
Las mujeres hilaban ellas mismas la lana y tejían frazadas y ponchos, mantas y choapinos. De tiempo en tiempo las piezas que no eran necesarias para el uso del poblado eran vendidas en Chonchi o a las lanchas que pasaban a comprar la pesca. Esto era fácil, pues se trataba de tejidos primorosos bellamente realizados.
Pero éste era un trabajo de las horas libres. En cambio, casi diariamente, sobre todo con la marea baja, las mujeres salían con los niños a recoger mariscos en la Costa.
Provistos, mujeres y niños, de un canasto circular de mimbre, caminaban a lo largo de las playas y los roqueríos buscando cholgas, almejas, choritos, erizos y también jaibas. Desgraciadamente no había ostras como en otras partes de la isla. Con los canastos llenos volvían horas después caminando lentamente hacia las casas.
En La pieza grande de la casa de don Pedro se habían reunido casi todos los hombres del caserío. Había de todas edades, dos muy jóvenes y uno muy viejo, conversaban lentamente y de vez en cuando bebían un vaso de chicha de manzana. Aunque el mar no estaba muy próximo, podía oírse, como una música de fondo, el ruido constante y acompasado del oleaje.
El tema de su charla era la próxima faena. Saldrían a pescar de anochecida y sería una tarea larga y de riesgo; pensaban llegar lejos, quizás hasta la isla Chulin, en busca de jurel, róbalo y corvina. No todos participarían en la pesca, otros saldrían por la costa buscando mariscos. Lo importante era tener un acopio suficiente cuando en dos o tres días más, como esperaban, la lancha que venía del norte pasara a buscar sus productos.
Deseaban salir porque la pesca sería buena. Durante la noche anterior estaban seguros de haber visto a La bella Pincoya que, saliendo de las aguas con su maravilloso traje de algas, había bailado frenéticamente en la playa mirando hacía el mar. A la mañana siguiente se habían encontrado mariscos dejados por ella en La arena. Todo esto presagiaba una pesca abundante y los hombres estaban contentos.
No todos saldrían porque, como siempre, don Segundo, el hombre mayor, se quedaría en tierra. Iría a buscar leña. Le gustaba entrar en el bosque para cortar los árboles, pues no le temía al pequeño y horrible trauco, este ser chico y desagradable que iba siempre armado de un toki, tenía una enorme fuerza y podía torcer a un hombre a la distancia con solo mirarlo. En todo caso no se acercaría a las plantas de murta que atraían al trauco. Prefería ir él, porque si hubiera ido una mujer o una muchacha algo habría podido suceder; para ellas el trauco era irresistible.
No sólo eso, arreglaría o remendaría, con tesón y paciencia, los barcos dañados o las redes destruidas, ayudaría a las mujeres en los trabajos del campo o a cuidar los animales, pero no navegaría en el mar.
Uno de los jóvenes le preguntó: "Usted, don Segundo, ¿por qué no se embarca? Usted conoce más que cualquiera las variaciones del tiempo, el ritmo de las mareas, los cambios del viento, y sin embargo, permanece siempre en tierra sin adentrarse en el mar". Se hizo un silencio, todos miraron al joven, extrañados de su insolencia, y el mismo joven, abismado de su osadía, inclinó silencioso la cabeza sin explicarse por qué se había atrevido a preguntar.
Don Segundo, sin embargo, parecía perdido en un ensueño y contestó casi automáticamente: "Porque yo he visto el Caleuche."
Dicho esto pareció salir de su ensueño y, ante La mirada interrogante de todos, exclamó: "Algún día les contaré".
Meses después estaban todos reunidos en la misma pieza. Era de noche, y nadie había podido salir a pescar; llovía en forma feroz, como si toda el agua del mundo cayera sobre aquella casa. El viento huracanado parecía querer arrancar las tejuelas del techo y las paredes, y el mar no era un ruido lejano y armonioso sino un bramido sordo y amenazador.
El fogón encendido daba calor a los hombres, pero no hacía olvidar el ruido de la lluvia y el silbar de la tormenta, no conseguía disipar esa sensación mágica de que en aquella noche andaban sueltos todos los seres fantasmagóricos.
A la distancia sonó prolongadamente un chivateo lejano y un estruendo en la costa como de un barranco al hundirse, y uno exclamó: "Debe ser un Camahueto llegando hasta el mar". Todos pensaron de inmediato en el monstruo grande como un ternero con un solo cuerno en medio de La frente, con cuyas raspaduras se fabrica, una pócima que da una fuerza excepcional. El Camahueto se cría en las lagunas y en los pantanos y, después de desarrollarse durante muchos años, una noche se dirige con ímpetu incontenible hacia el mar.
No era una noche tranquila, la luz vacilante del mechero proyectaba sombras cambiantes y los hombres permanecían silenciosos.
Don Segundo habló de improviso y dijo: "Ahora les contaré. . ." Su relato contenido durante muchos años cobró una realidad mágica para los que le escuchaban curiosos y atemorizados.
Hace mucho tiempo había salido navegando desde Ancud con el propósito de llegar hasta Quellón. No se trataba de una ,embarcación pequeña, sino de una lancha grande de alto bordo y sin embargo fácil de conducir, con dos velas que permitían aprovechar al máximo un viento favorable. Era una lancha buena para el mar y que había desafiado con éxito muchas tempestades.
La tripulación cinco hombres además de don Segundo, y el capitán era un chilote recio, bajo y musculoso, que conocía todas las islas y canales del archipiélago, y de quien se decía que había navegado hasta los estrechos del sur y había cruzado el Paso del Indio y el Canal Messier.
La segunda noche de navegación se desató la tempestad. "Peor que la de ahora", dijo don Segundo. Era una noche negra en que el cielo y el mar se confundían, en que el viento huracanado levantaba el mar y en que los marineros aterrorizados usaban los remos para tratar de dirigir la lancha y embestir de frente a las olas enfurecidas.
El mar, que es el sustento y la aventura del chilote, que forma parte de su vida, y es su amigo, se había transformado en un ser extraño y hostil que no conocía la piedad y que quería destruir a esos osados que lo surcaban.
Habían perdido la noción del espacio y del tiempo y empapados y rendidos encomendaban su alma, seguros de morir.
No obstante, la tormenta pareció calmarse y divisaron a lo lejos una luz que avanzaba sobre las aguas. Fue acercándose y la luz se transformó en un barco, un hermoso y gran velero, curiosamente iluminado, del que salían cantos y voces. Irradiaba una extraña luminosidad en medio de la noche, lo que permitía que se destacaran su casco y sus velas oscuras. Si no fuera por su velamen, si no fuera por los cantos, habríase dicho un inmenso monstruo marino.
Al verlo acercarse los marinos gritaron alborozados, pues, no obstante lo irreal de su presencia, parecía un refugio tangible frente a la cierta y constante amenaza del mar.
El capitán no participó de esa alegría. Lo vieron santiguarse y mortalmente pálido exclamó: "¡No es la salvación, es el Caleuche! Nuestros huesos, como los de todos los que lo han visto, estarán esta noche en el fondo del mar".
El Caleuche ya estaba casi encima de la lancha cuando repentinamente desapareció. Se fue la luz y volvió La densa sombra en que se confundían el cielo y el agua.
Al mismo tiempo volvió la tempestad, tal vez con mas fuerza, y la fatiga de los hombres les impidió dirigir La lancha en el embravecido mar, hasta que una ola gigantesca La volcó. Algo debió golpearlo, porque su último recuerdo fue la gran ola negra en La oscuridad de La noche.
Despertó arrojado en una playa en que gentes bondadosas y extrañas trataban de reanimarlo. Dijo que había naufragado y contó todo respecto del viaje y La tempestad, menos las circunstancias del naufragio y La visión del Caleuche. De sus compañeros no se supo mas y ésta es la primera vez que la totalidad de la historia salía de sus labios.
"Por eso es que no salgo a navegar. El Caleuche no perdonará haber perdido su presa, que exista un hombre vivo que lo haya visto. Si me interno en el mar, veré aparecer un hermoso y oscuro velero iluminado del que saldrán alegres voces, pero que me harán morir."
Todos quedaron silenciosos y pareció que entre el ruido de la lluvia y el viento se escuchaba más intenso el bramido de las olas. No obstante la creencia de don Segundo de que la visión del Caleuche significa una muerte, segura, hay personas en la Isla Grande que afirman que han visto o conocido a alguien que vio el Caleuche. Tal vez sólo lo hicieron desde la costa y no navegando.
En todo caso, los que navegan entre las islas, del archipiélago durante la noche lo hacen con el profundo temor de divisar el hermoso y negro barco iluminado. Este puede aparecer en cualquier momento, pues navega en la superficie o bajo el agua; de él surgen música y canciones. Entonces la muerte estará muy cerca y el naufragio será inevitable.
Los que no perezcan pasarán a formar parte de la tripulación del barco fantasma, El Caleuche.
Licán Ray (Resumen Leyenda de Cautín)
A la orilla norte del Lago Calafquén, vivía un cacique que tenía una hija llamada Licán Ray, orgullo de la comunidad por su belleza. Había llegado a los quince años y ya tenía muchos pretendientes. Pero su padre los rechazaba a todos, ya que encontraba pobres, los precios ofrecidos por ella. En esa época bajaban los españoles por el río en busca de plata y oro, construían fuertes cerca de las minas para defenderse si venían los indios a maloquear. Licán Ray, acostumbraba a bañarse todas las mañanas en el lago. Un día la sorprendió un capitán español, cuando ella salía de las aguas; semejaba una aparición brillante y coloreada con los primeros rayos del sol. El español se acercó y la muchacha, asustada, quiso huir, pero él le hizo comprender, con las pocas palabras mapuches que sabía, que no intentaba hacerle daño alguno, sino que había llegado ahí atraído por la belleza del paisaje. Para entenderse mejor, trataron mutuamente de enseñarse sus respectivos idiomas y siguieron viéndose todas las mañanas hasta que se dieron cuenta que estaban enamorados.
Mientras tanto, el padre de la joven, ignorante de este idilio, había recibido de un cacique, la promesa de una gran dote por su hija y decidió casarla. Un día le comunicó que su boda se efectuaría en la próxima luna llena. La muchacha fue a reunirse con su enamorado y éste le prometió que esa noche huirían. Licán Ray, le advirtió que si eran descubiertos, les esperaba una muerte horrible a los dos. Pero el amor de los enamorados era más fuerte, que el temor a la muerte y decidieron escapar juntos. A orillas del lago se juntaron al anochecer y en una canoa llegaron muy silenciosamente, a una de las islas que parecía engalanada especialmente para su primera noche de amor. Los canelos brillaban como plata a la luz de la luna y sus flores blancas, se balanceaban tenuemente; al fondo el volcán lanzaba fogonazos, que iluminaban por segundos todos el contorno. Los enamorados estuvieron dos días sin encender fuego, hasta que por el intenso frío, al tercer día, prendieron una fogata. Los mapuches los habían buscado por los bosques vecinos; pero al ver el humo en la isla decidieron ir allá. La pareja, temiendo ser descubierta, se había ido a otra de las islas y así recorrieron las siete islas de Calafquén. La leyenda dice, que desaparecieron por el río y, posiblemente llegaron al mar. En las noches de luna llena, los indígenas, dicen ver una pareja de enamorados que huyen en una canoa.

LEYENDAS CHILENAS

El Derrotero del Gringo Loco
Allá por los años 1883 o 1884 llegó a establecerse en Arica Un simpático inglés llamado Thomas O'Ryan. Se suponía que era médico o algo parecido. Se trataba de un hombre bondadoso y cordial que exhibía un profundo sentido religioso. Oía misa casi todos los días y le gustaba conversar mucho con el cura. Explicaba él su devoción relacionándola con los padecimientos que le provocaba una antigua herida recibida en la última rebelión de Irlanda. Pues bien, "míster Tommy", como lo llamaban los pilluelos de Arica, se vio obligado un día a tomar una resolución. Le habían hablado maravillas de unas aguas termales curativas que existían en el Sur, en las proximidades del Tinguiririca. Esas termas se llamaban y se llaman los Baños del Flaco y están en plena cordillera.
Esperanzado en que un tratamiento con esas aguas termales aplicaría definitivamente sus dolores, "míster Tommy" liquidó todas sus pertenencias en Arica, empaquetó sus efectos personales y se embarcó rumbo al Sur. Los ariqueños imaginaron que no volverían a verlo jamás, pero no fue así.
Mientras tanto, el británico arribaba al pequeño caserío, polvoriento y barroso, que era Tinguiririca y se disponía a partir hacia las termas. Un viaje en aquella época a los Baños del Flaco constituía una verdadera expedición y, por lo tanto, "míster Tommy" debió contratar un par de arrieros con sus mulas y proveerse de víveres suficientes como para subsistir durante dos meses.
Habiendo establecido su campamento junto a las termas, inició su tratamiento de aguas.
Al cabo de diez días comenzaba a sentirse un hombre nuevo, y habiendo trabado gran amistad con los arrieros, obtuvo de ellos informes sobre la geografía de los contornos. El paisaje era para él maravilloso, y el aire cordillerano, una bendición. Poco a poco, a medida que se iba sintiendo mejor de su dolencia, la relativa soledad en que se encontraba comenzó a pesarle. La vida monótona y sedentaria del campamento no se avenía con su temperamento activo y emprendedor, por lo que decidió dedicarse a efectuar excursiones por los alrededores. Paulatinamente fue alargando el radio de sus paseos, hasta que una mañana salió del campamento anunciando a los arrieros que no. regresaría hasta la puesta del sol.
- Quiero llegar hasta la cumbre de esas montañas - les dijo, señándoles la que tenía enfrente. - No se preocupen por mí que llevo cocaví para todo el día.
Al anochecer, los arrieros lo esperaban con la comida lista, pero "míster Tommy" no apareció. Los dos hombres comenzaron a inquietarse, pero no se decidieron a salir a buscarlo, porque la noche estaba muy fría y especialmente .negra. Pensando en que al día siguiente lo iban a encontrar desbarrancado en alguna quebrada, permanecieron casi toda la noche insomnes. Despuntó el alba y "míster Tommy" continuaba ausente. Los dos arrieros se decidieron a buscarlo abnegadamente: no lo podían dejar abandonado a su destino. Afanosamente lo buscaron por todos los cerros vecinos, sin encontrar huella alguna de él. En estos rastreos transcurrieron cinco interminables días, hasta que resolvieron enfrentar los hechos.
- Oye, Pedro - dijo uno de ellos -, tenemos que volver. a Tinguiririca para dar cuenta de la desaparición de este gringo. ¡Buena cosa en la que nos vinimos a meter! Nadie nos va a creer que se murió solo.
- Mejor será que nos aguantemos un par de días mas - opinó el otro. Mira que es seguro que se van a imaginar que nosotros lo asaltamos y lo dejamos escondido en alguna quebrada. Echemos otra registrada por esas montañas del fondo; para allá salió rumbeando el gringo del demonio.
Los arrieros hicieron una ultima búsqueda, en forma agotadora, y, a los postreros rayos del sol, cuando, ya perdidas las esperanzas, se disponían a regresar al campamento, vieron Un pequeño bulto que avanzaba penosamente por la ladera de la montaña. No podía ser otro que "míster Tommy".
Ambos hombres corrieron a su encuentro, justo a tiempo para recibir en sus brazos el cuerpo exhausto del inglés. Sus ojos hundidos, su cara macilenta delataban la dura prueba a que habla estado sometido. A las ansiosas preguntas de los arrieros solo respondió con explicaciones vagas y mal hilvanadas. Dijo haberse caído en una hondonada de la que no podía salir y que solo se había salvado por un milagro de Dios.
- Pero ¿por donde fue eso, patrón? Si nosotros hemos recorrido los cerros por todos lados - le insistían los arrieros. Pero él solo respondía:
- Por ahí. . ., por ahí.
Regresaron rápidamente a Tinguiririca. Los arrieros ya no tenían fe en el inglés.
- El gringo está confundido - comentaban entre ellos; No sabe lo que le pasó. ¿Dónde diablos estaría metido estos seis días?
Nada pudieron averiguar. En cambio, ya de regreso en Tinguiririca, el inglés los gratificó espléndidamente y regresó a Arica. Pero cuando estuvo de nuevo en las soleadas tierras del Morro, ya no era el mismo. Todos sus amigos notaron que había cambiado ostensiblemente. El alegre y locuaz gringo se vela silencioso y pensativo, como embargado por una gravísima preocupación. Para colmo se dio a la bebida y bajo los efectos del alcohol se desataba su lengua y hablaba incoherentemente de cosas muy extrañas.
- Yo lo vi . . ., ahí, al alcance de la mano - tartamudeaba -. ¡Un montón de piedras tachonadas de oro! ¡Y allá más lejos, una ancha veta a flor de tierra! ¡Oro, oro por todos lados!
Los que lo oían meneaban la cabeza compasivamente. Ya le había dado de nuevo por "difariar" al pobre gringo. Pero un día, irritado por las burlas, el inglés sacó del bolsillo dos o tres piedras, que, ante los ojos admirados de los que lo rodeaban, brillaron fantásticamente. Eran piedras incrustadas de oro, claveteadas de oro puro.
- ¿Donde encontró estas piedras, "míster Tommy"? - lo acosaron todos al unísono, y comenzaron a exigirle una indicación precisa -. Usted ha hablado de montones de estas piedras. Pero ¿en qué parte del Sur?
- No sé . . .; no sé . . . No me acuerdo - se cerró el gringo, inflexible.
La noticia corrió de boca en boca; todo el mundo se hacía conjeturas y trataba de averiguar donde había estado "míster Tommy". Se supo que no había pasado más allá del Tinguiririca y de los Baños del Flaco. El interés de la gente por saber donde estaba el derrotero del gringo loco traspuso los limites de la provincia y despertó la codicia de los mineros de Atacama, Antofagasta y Copiapó. Muchos hicieron viaje especial a Arica para tratar de sonsacar algunos datos al inglés, pero éste se obstinaba en su negativa.
- ¡Les repito que no sé donde está! - gruñía -. No recuerdo nada. Y no me molesten más. No quiero saber nada del asunto.
"Míster Tommy" continuó impenetrable y la gente llegó a dudar de la veracidad de su historia; porque nunca demostró el menor interés en explotar su descubrimiento. Pero en 1897 un hecho ineludible volvió a poner de actualidad el tema. "Míster Tommy" estaba en trance de agonía e hizo llamar a su amigo, el cura de Arica.
- Padre ¿tiene usted poder para relevarme de un voto que hice en peligro de muerte? - le consultó, y como el sacerdote le respondiera afirmativamente, continuó, murmurando -: En ese caso tendré que apurarme, porque siento que las fuerzas me abandonan. Es ese asunto del oro. La realidad no se la he contado a nadie. Una tarde salí del campamento con la intención de trepar a una montaña. Me encontré repentinamente bloqueado por un alto macizo de rocas. Con gran esfuerzo logré escalarlo y, una vez arriba, me senté a descansar sobre una piedra. Mientras observaba el panorama, mi mirada fue atraída por unos guijarros que brillaban al sol. Cogí uno, me asombró su extraño peso y al examinarlo con más detención vi . . ., con escalofríos . . ., que eran piedras tachonadas de clavos de oro. Mi corazón dio un vuelco y me levantó de un salto - siguió narrando el moribundo al sacerdote -. Recorrí ansiosamente el terreno y advertí que estaba todo sembrado de piedras de la misma clase. Poco más lejos descubrí una ancha veta aurífera que se extendía hasta perderse de vista. Estaba sobre la más fabulosa mina de oro antes vista. Dominado por un júbilo delirante, caminaba de un lado a otro, cuando perdí pie y caí rodando hasta el fondo de una especie de cráter de siete u ocho metros de profundidad. Al levantarme, me di cuenta con horror de que las paredes de ese hoyo eran lisas y verticales, siéndome imposible escalarlas por lado alguno. Agoté mis fuerzas intentando salir, hasta llegar al convencimiento de que, si no recibía ayuda de afuera, estaba condenado a morir de hambre y de sed en aquel hoyo infernal. Pasaron dos días y dos noches y, sintiéndome perdido, decidí encomendarme a Dios.
Thomas O'Ryan hizo una pausa. Apenas respiraba ya. Pero continuó en su relato. En su invocación a Dios había dicho: - Señor, si quieres apiadarte de mi infausta suerte y me sacas con vida de este trance, yo te hago el voto solemne, aquí; de rodillas, de no revelar jamás la ubicación de esta veta, por cuya riqueza la ambición de los hombres puede llegar hasta el crimen o la corrupción".
Al amanecer del día siguiente, de acuerdo con la narración del inglés, comenzó a nevar y pudo saciar la sed que lo quemaba. Poco después un cabrito salvaje, amedrentado por alguna ave de rapiña, cayó junto a él al fondo del hoyo. Devoró su carne cruda y valiéndose de sus huesos fue excavando escalones en la pared del agujero, hasta que al cabo de dos días de desesperado trabajo llegó a la superficie.
- Dios me había salvado - concluyó el agonizante, ya al borde mismo de la muerte -. Esta es la historia, padre; y ahora a usted le toca relevarme de mi voto.
El párroco de Arica trazó el signo de la cruz sobre la frente del moribundo y lo liberó de su promesa.
- Ahora, proporcióneme usted los detalles de su descubrimiento y yo se los trasmitiré a la persona que usted me indique - le sugirió el sacerdote, recordando perfectamente que el inglés no tenía pariente alguno. Pero éste no poseía ya la claridad mental suficiente para discurrir nada.
- Déme usted lápiz y papel - se limitó a solicitar al cura - y yo le señalaré el sitio exacto donde encontré la veta.
Con un esfuerzo supremo comenzó a dibujar un grosero croquis, cuyo punto de partida era el Tinguiririca. Siguió vacilando hasta señalar los Baños del Flaco. Se detuvo ahí falto de fuerzas y, cuando trazaba una insegura línea hacia el norte, su cabeza se desplomó pesadamente. Thomas O'Ryan había muerto, y con él su secreto.
El párroco de Arica se quedó con el croquis inconcluso entre las manos y en un rapto de ira lo arrugó hasta reducirlo a una pelotilla. Pero luego volvió a guardarlo . . .; por si acaso. Sin embargo, el derrotero del gringo loco no ha sido descubierto aún. No obstante es una leyenda que se sustenta en un papel semiarrugado que conserva una familia ariqueña. Pero la verdad es que el oro está allí, en las proximidades de las Termas del Flaco . . ., cerquita de la montaña trasera . . ., un poco hacia el norte. ¿Quién se interesa por ir? Hay oro . . ., oro a montones. Basta sólo con descubrir "el derrotero del gringo loco", míster Thomas O'Ryan.